7/11/2014

El espectáculo del conflicto nacional-estatista


“No se puede oponer, abstractamente, el espectáculo y la actividad social efectiva; este desdoblamiento se encuentra él mismo desdoblado. El espectáculo que invierte lo real es efectivamente producido. Al mismo tiempo, la realidad vivida se encuentra materialmente invadida por la contemplación del espectáculo, y retoma en sí misma el orden espectacular dándole una adhesión positiva. De los dos lados la realidad objetiva está presente. Cada noción así fijada no tiene como fondo más que su pasaje a lo opuesto: la realidad surge en el espectáculo, y el espectáculo es real. Esta alienación recíproca es la esencia y el sostén de la sociedad existente.”

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El creciente conflicto nacional-estatista español-catalán es, en buena medida, una obra maestra y triunfante de la sociedad del espectáculo. Este término, sociedad del espectáculo, fue lúcidamente acuñado por Guy Debord como herramienta teórica para analizar y caracterizar el fructuoso perfeccionamiento del sistema de dominación estatal-capitalista ocurrido durante el siglo XX. Este perfeccionamiento, el espectáculo, radica en el uso de la falsedad y la ocultación a gran escala, en el abrumador fomento del engaño "participativo" de las masas, en el escamoteo y la tergiversación de los elementos necesarios para formarse una verdadera consciencia histórica, en el crecimiento de fórmulas complejas y capciosas de entretenimiento multitudinario... todo ello con el fin último de apuntalar el orden establecido a base de generar inconsciencia, confusión, aturdimiento, nesciencia y obnubilación, ocultando lo realmente importante y creando una realidad falseada. En la sociedad del espectáculo, resultan relevantes y trascendentes los conflictos que el espectáculo ha hecho que así sean, aunque en realidad traten de cuestiones irrisorias e insignificantes desde el punto de vista crucial de la oposición entre lo provital (es decir, basado en la autonomía, la comunidad, la verdad, el amor y la cooperación) y lo antivital (es decir, basado en la dominación, la separación, la falsedad, el odio y la competencia).

Profusamente atizado a través de una inmensa parafernalia mediática-parlamentaria-plataformista, el espectáculo del conflicto nacional-estatista se basa en crear dos polos supuestamente enfrentados: independentismo catalanista contra unionismo españolista. Sin embargo, si analizamos la realidad más profundamente, si vemos más allá de lo que nos muestra insistentemente el espectáculo, captando los verdaderos intereses que mueven los hilos de este conflicto, podemos darnos cuenta de que estos dos polos aparentemente opuestos, en el fondo, están en connivencia tácita, no sólo porque comparten los mismos paradigmas nacional-estatatistas, sino sobre todo porque, en última instancia, aunque la inmensa mayoría de los agentes partícipes no sean conscientes de ello, son sólo las dos caras de una misma moneda con los mismos objetivos generales, esenciales y de fondo: generar crispación y beligerancia en base a divisiones irrelevantes desde el punto de vista revolucionario integral, reforzar el sistema establecido fomentando la adhesión a sus instituciones (mass media, parlamento, elecciones, etc.) , distraer a la población de la tarea revolucionaria canalizando las energías de lucha y las ansias de cambio por donde conviene al sistema establecido y, por último, pero no menos importante, dar un pretexto para incrementar el despotismo de las estructuras de estado (a través de una intervención militar de España en el Parlamento de Cataluña) encubriendo que la verdadera razón de ello, la motivación de fondo, es neutralizar el previsible crecimiento de las fuerzas radicalmente transformadoras y renovadoras durante las próximas décadas. En pocas palabras, el objetivo general y último de todo este enorme montaje histórico, atizado por la complicidad tácita entre el "policía malo" que representan las élites españolas y el "policía bueno" que interpretan las élites catalanas, es alejar y desviar al pueblo catalán de los procesos de auto-organización liberadora que está empezando a pensar y acometer y llevarlo hacia una situación objetiva y subjetiva que reduzca sus potencialidades revolucionarias integrales, intentando que participe activamente y entusiasta del espectáculo que conducirá a esta situación.

Blai Dalmau
Gaserans, 11 de julio de 2014

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo, otro espectáculo que no tiene más interés que azuzar las guerras entre el pueblo y la distracción de los problemas existenciales reales es el de la promulgación de la nueva ley del aborto. Nada es lo que parece.

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